POWERPAOLA
Estos son los libros imprescindibles de 2018 según ARCADIA y algunos críticos, libreros, editores, escritores y buenos lectores cercanos a esta revista. Entre los lanzamientos de este año, hay uno que otro clásico reeditado. ¡Que vivan las grandes lecturas!
ESTA SELECCIÓN FUE POSIBLE GRACIAS A: Tatiana Andrade, Alba Inés Arias, Giuseppe Caputo, Leo Campos, Jose Castellanos, Juan David Correa, Pilar Quintana, Hernán D. Caro, Camilo Jiménez Estrada, Catalina Holguín, Adriana Martínez, Nicolás Morales, Harold Muñoz, Yolanda Reyes, Álvaro Robledo, Pedro Adrían Zuluaga. COORDINACIÓN: William Martínez
De esta novela me gusta su honestidad. No tiene grandes pretensiones ni artificios, ni siquiera grandes citas. Cuenta la simple historia de alguien que se enamora de otra persona y que, en medio de eso –y también gracias a eso–, está tratando de encontrarse y definir quién es. La narradora, Frances, una joven dublinesa de 21 años, bisexual, se enamora de Nick, un hombre casado de 32. Bobbi, la amiga y ex novia de Frances, coquetea además con Melissa, la esposa de Nick. Más allá de ese entramado amoroso no pasa mucho, pero ahí está toda la gracia de Rooney están concentrados varios dilemas humanos. Su talento consiste en mantener al lector expectante con una historia que no es una gran historia, y además con una prosa muy plana que de repente conmueve con una sola frase escueta, a veces cortante, que define o ironiza todo lo narrado. “Podría largarme sin más, me dije, y solo el hecho de pensarlo me hizo sentir mejor, como si volviera coger las riendas de mi vida”. Rooney tiene 27 años, esta es su primera novela y es considerada por The Guardian y The New Yorker una de las promesas del momento.
Por Sara Malagón Llano
Nueva York y Lagos (Nigeria), dos de las ciudades más populosas del mundo y rostros paradójicos de la globalización, son tan protagónicas en esta novela corta como el joven médico que regresa de Estados Unidos a la Nigeria donde transcurrió su infancia. A través de este personaje, Cole se vale de la aguda mirada crítica que ya había desplegado en su libro de ensayos Known and Strange Things (2016) y retrata con crudeza la realidad de las urbes africanas: formas casi folclóricas de la corrupción, drásticas inequidades y el caos de una desigual marea humana. La nostalgia del protagonista no alcanza para idealizar los recuerdos y la experiencia del retorno confirma ese sinsabor de haber dejado las raíces en una tierra tan fértil como desesperanzada. Contra esa desesperanza aprendida se enciende una pequeña luz de obstinación, que está sostenida por el proverbio yoruba que sirve como epígrafe del libro: “Cada día es del ladrón, pero un día es para el dueño”.
Por Ángel Unfried
Esta novela es, por así decirlo, la continuación de La distancia que nos separa. De hecho, en un principio las dos novelas formaron parte del mismo manuscrito. Si en La distancia se propuso indagar la relación que tenía con su padre Luis Cisneros Vizquerra, temido general del ejército peruano, en Dejarás la tierra el ajuste de cuentas es con la historia de su familia paterna. El punto de partida es Nicolasa Cisneros, quien lentamente se va convirtiendo en lo que es: la tatarabuela de ocho hijos, todos del cura Gregorio Cartagena. De nuevo Cisneros logra escribir en la estela de “las novelas sin ficción”, con un estilo y prosa que desde el principio captura por su agilidad y sinceridad. Cisneros perdió muchas amistades familiares, pero le da la razón a aquellos que lo señalan como uno de los escritores más interesantes en la actualidad.
Por Camilo Hoyos
Quizá el elemento más intrigante de este libro es que, aunque cada cuento está narrado con una voz diferente (en su vocabulario, en sus formas de expresión), esto termine por construir un único universo en que parece que todos hablaran de lo mismo, en un mismo paisaje y envueltos por una misma atmósfera. Ambientados en los campos guatemaltecos, estos siete cuentos retratan a personajes perdidos y nostálgicos, algo torpes incluso, que luchan contra ellos mismos, bajan al abismo profundo y suben a la cima de las tormentas, acompañados casi siempre por animales que oscilan entre ser símbolos y personajes igual de complejos, como Perla, la vaca sindicalista, o Güisqui, el perro perdido. Rodrigo Fuentes logra mantener cada relato al borde de la tensión, yendo y viniendo entre un pasado acechante y un presente que se desbarata poco a poco. El futuro (un negocio millonario, una rehabilitación exitosa, un terreno propio) es para estos personajes anhelantes un fantasma que se desvanece.
Por Jose Castellanos
Una de las armas más efectivas del machismo ha sido cohibir a los hombres de expresar el amor y la ternura; concederles solo emociones primigenias y violentas que confirmen su masculinidad. Esos machos son los personajes de los treinta cuentos de la barranquillera Marvel Moreno, compilados en su totalidad por primera vez en este libro, cuyos temas principales son el poder, la sexualidad y el patriarcado. En todos los cuentos, como la Santísima Trinidad, aparece la madre, la hija y la nieta; todas mujeres, llenas de dudas y fatigadas por su realidad opulenta. Moreno refleja en su escritura un mundo erótico y místico donde las mujeres van de la opresión del deseo a la liberación sexual. Entre líneas se ve la mofa de la escritora a los hombres de la Barranquilla de los años ochenta, quienes, según ella, iban al Country Club mezquinos e ingenuos frente al amor, incapaces de producir un orgasmo, pero con el ego desorbitado. Este libro fue una isla en la tradición del cuento colombiano, pues fue uno de los primeros que narró a hombres sexualmente torpes y mentalmente incapaces de entender la intimidad femenina. La publicación de esta antología, por lo demás, puede recordarse como el primer paso para saldar la enorme deuda que tiene la literatura nacional con Marvel Moreno.
Por Camila Builes
En un barrio de invasión en el Caribe colombiano, varios personajes, unidos por un pasado violento, doloroso e imposible de borrar, se entretejen para contar su universo. Hijos y padres fueron afectados por el desplazamiento forzado y se ven obligados a construir sus viviendas en un lugar cercano a la bahía, donde se hace latente el riesgo permanente de un nuevo desplazamiento por su condición de invasores. Su universo, narrado por voces como la de la anciana que “ve lo que ve”, está hecho con cientos de elementos propios de la región Caribe: el mar se vive, se respira, se huele, se lleva a cuestas. También están las ropas, la música, la comida, lo que sueñan, la historia que guardan sus murallas. Entre la visión de mundo de estos personajes cabe destacar las palabras de un maestro de escuela que hace alusión a la muerte del poeta José Asunción Silva: “Es rara la gente del páramo”. Aún no salimos del asombro que nos ha dejado la muerte repentina de Roberto Burgos en su mejor momento literario, que convierte a este Premio Nacional de Novela en su último libro publicado en vida.
Por María del Rosario Laverde
¿Cómo contar el duelo? ¿Cómo encontrar las palabras necesarias para narrar el dolor que causa la inminente ausencia de un ser querido? ¿Cómo hablar de aquello que parerecía solo poder expresarse mediante el llanto, el gemido o el silencio? En su primera novela, merecedora del Premio Booker 2017, el cuentista norteamericano echa mano de un experimento formal para darle voz a un grupo de personajes que se encuentra en el bardo –que según la tradición budista tibetana es el estado de transición luego de la muerte y antes de la próxima encarnación– acompañando al pequeño Willie, hijo de Abraham Lincoln, quien murió a los 11 años de fiebre tifoidea. Saunders se inspiró en una noticia de la época que cuenta que Lincoln visitaba el cementerio para abrazar el cuerpo de su hijo fallecido. Sin embargo, esta no es una novela histórica tradicional, sino una meditación muy sentida sobre la manera en que los vínculos emocionales permean tanto lo privado como lo público. Saunders aprovecha su fértil imaginación y un gran talento para los juegos de palabras –que bien le han servido para crear desopilantes universos distópicos en sus relatos– e inventa una nueva gramática emocional para hablar de la muerte.
Por Gloria Susana Esquivel
Los cuentos de la ilustradora y escritora inglesa se parecen a un gato. Nos miran desde la distancia y para poder acariciarlos, quererlos y entenderlos, debemos primero tener su permiso. En este libro, elogiado por The New York Times y The Guardian, nunca es claro si el narrador es un gato o un hombre o incluso una lámpara. Son un misterio, también, los lugares donde transcurren las historias y si estas terminan donde Walsh dice que terminan. Por eso no vale la pena preguntarse de qué tratan. Lo que sí es posible reconocer en las 128 páginas del libro es una mirada sobre las cosas. En estos cuentos, que parecen poesía escrita en prosa y monólogos mentales de un esquizofrénico, la autora construye experiencias sensoriales a partir de detalles tan prosaicos como el lunar de una joven, las uñas de un perro, la luz que entra por la ventana. Walsh no pudo elegir un mejor título para este libro: en cada punto final la única sensación que prevalece es el vértigo, el descenso sin escalas.
Por Sara Malagón Llano
Los personajes que recorren los cuentos de Cheever están descritos con una minuciosidad incansable. Podemos imaginarlos de los pies a la cabeza, así como conocer sus convicciones, sus costumbres, sus más profundos miedos. Son personajes complejos, adjetivados profusamente, que no dejan de sorprendernos en su manera de actuar, impredecible e incluso violenta, a pesar de que sintamos que los conocemos hace mucho tiempo. Con descripciones dosificadas pero siempre significativas del paisaje semiurbano y observaciones desgarradoras y precisas sobre las acciones de los protagonistas, esta colección de cuentos reeditada este año ofrece una interpretación matizada sobre la clase media estadounidense de mediados del siglo pasado, una clase social inestable y aferrada nerviosamente a un pasado glorioso. Historias de gente que se niega a verse a sí misma sin la máscara de las convenciones de las que es presa fácil. Gente que ve con ilusión la puerta que la conduciría a un futuro tranquilo, y con desesperación el momento en que esa misma puerta se cierra cuando intentan pasar por ella.
Por Jose Castellanos
Para Gabriel, el protagonista de Donde nadie me espere, la soledad es dolor. Al intentar entender las causas de su desarraigo rastrea en los genes paternos. Busca el abismo y cada caída lleva a otra peor: la herida se profundiza al cruzarse en su camino la indigencia o la cotidianidad de la violencia nacional, ese hondo dolor que padece Colombia pero que no percibimos de tanto repetirse. Al dolor se suma el miedo que queda en él luego de la muerte de la madre y la hermana. Algo en la muerte de esa hermana le causa aún más terror. El suicidio para él no es opción: no hay una “tormenta perfecta” que lo potencie. Es más el deseo de autodestrucción, la necesidad de hacerse año, de sufrir. El odio a sí mismo conduce a ello. Pero ese abismo también es construcción, porque entre más cae, más razones encuentra Gabriel para levantarse. La novela está cargada de poesía, está habitada por la poesía. Es ella la que permite al lector adentrarse en esta historia tan dura como actual.
Por Alonso Sánchez Baute
Andrea Mejía se ha hecho conocer como escritora con la columna que publica mes a mes en esta revista. Allí ha consolidado un estilo único, lejano del formato tradicional de una columna de opinión porque, entre otras cosas, no se ciñe a la coyuntura. Mejía la asumió desde el principio como un espacio para la reflexión. Se permite hacer preguntas filosóficas, hablar de la vida misma y de lo que pueden revelar una obra literaria, un paisaje, una vivencia, la observación detenida de la naturaleza. Su columna juega con el enigma y la sutileza. Y a pesar de que es ficción, este, su primer libro de relatos, es una continuidad de esa escritura, una reafirmación de los elementos que Mejía usa para escribir y para pensar. La naturaleza está presente en todos. El amor también. Y la incomprensión entre seres humanos, lo difíciles que son las relaciones, el abismo. En estos cuentos misteriosos y bellos, casi todos tristes, se asoma tácitamente una feminidad que es poco evidente, poco obvia o preocupada por reflexionar sobre sí misma. Y en cada final, una conciencia profunda de que en el silencio, en la apertura de toda interpretación, hay una pequeña revelación.
Por Sara Malagón Llano
Una historia contada desde cuatro perspectivas, todas atadas por un mismo nudo: el asesinato de una mujer, quien muere de dos escopetazos en la cara. Tenemos al juez Ernesto López, malsanamente obsesionado con una traducción inútil de El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde, que divide su tiempo entre la traducción y recorrer la ciudad en su carro observando con desdén a los “gorilas”, que es como se refiere a todos los seres humanos. Está el relato de Ángel Leto, periodista aprendiz que ingresa a la sala de redacción de La Regióngracias con la palanca de un escritor petardo llamado Tomatis. Ángel también repite sus rutinas: jugar billar con Tomatis, leer hasta la madrugada mientras toma ginebra, pelear con su madre alcohólica y semi prostituta. Quizá la mejor de las historias sea la de Sergio Escalante, ludópata solitario, que apuesta todo lo que tiene –incluso el salario de la abnegada empleada del servicio– en el juego de punto y banca. En su caso, la repetición es fundamental en la construcción de su vicio. El último relato, el más breve y perturbador, es el de Luis Fiore, quien describe en un tiempo presente claustrofóbico cómo la petarda borracha de su mujer termina mereciéndose (“Ella quiere eso”, dice, “estoy seguro de que quiere eso”) un par de tiros en la cara.
Por Catalina Holguín
“Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores. Otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”, dice la canción de Andrés Calamaro que le presta el título a esta colección de doce cuentos. Y la referencia sirve para resumir el tono de este libro, compuesto por relatos muy distintos pero que versan sobre la pérdida, el cansancio y el envejecimiento; sobre aquello que se pierde pero que retorna de manera fantasmal o como simulacro. Un cuento habla de la infancia perdida que se recupera después de la muerte. Otro, de la antigua belleza, ahora monstruosidad, de una actriz de cabaret. En los relatos más conmovedores los temas son la Rusia de los padres que vuelve a través de una quiromántica en Brighton Beach o de una aristócrata senil en un asilo, y la búsqueda de un joven perdido en Camboya años atrás, del cual solo queda una fotografía. En todos es clara la destreza de un narrador experimentado, que transita con cuidado entre nostalgia y la ironía.
Por María Mercedes Andrade
Como lo dijo Elmer Mendoza, “…leer a Fonseca es volver a nacer”. Sus relatos inauguraron, hacia el año de 1963, una nueva forma de contar historias y 55 años después, con la publicación de este tomo que reúne todos sus relatos breves, releer a Fonseca es revivir el origen de un tono literario único en América Latina, cargado de una ironía magistral (que nada tiene que ver con farsa), y gozar de un universo que sorprende por su extravagancia, su ferocidad y su marginalidad. Esta edición incluye sus primeros cinco libros, publicados desde 1963 a 1979: Los prisioneros, Lúcia MacCartney, El collar de perro, Feliz año nuevo y El cobrador. La precisión con la que Fonseca narra las historias es de relojero. No se va por las ramas. No deja ver la arquitectura fina de su estricto pensamiento. Como tantas autopsias que habrá leído –y presenciado– en su carrera de abogado penalista, los cuentos de este gran escritor brasileño, quien empezó a escribir a sus 35 años y todavía hoy, a sus 92, sigue produciendo libros, son una disección en carne viva de la oscuridad de una sociedad latinoamericana. Fonseca es, a todas luces, el maestro de más de tres generaciones de escritores y de lectores.
Por Tatiana Andrade
“Di Benedetto pertenece a ese tipo infrecuente de escritor que no busca la reconstrucción ideológica del pasado, sino que está en ese pasado y, precisamente por eso, nos acerca a vivencias y comportamientos que guardan toda su insensatez”, dijo Julio Cortázar. Pero Zama no solo nos sitúa en el pasado; logra que el tiempo se detenga y el lector viva el letargo de la espera junto a Don Diego de Zama, un funcionario de la corona española que, a finales del siglo XVIII, busca ser trasladado de Asunción del Paraguay a Buenos Aires. Zama es el segundo al mando de un gobernador español, y como criollo no puede aspirar a más. Esta novela también es, entonces, sobre el drama de los nacidos en América que aspiran a un ascenso. No es la historia de los conquistadores, ni la de los conquistados, ni la de los criollos y su poder relativo sobre otros: es sobre los que están en la mitad: los sin futuro, los atrapados en la violenta virginidad del Nuevo Mundo a la espera de que algo pase. Di Benedetto presenta así un pasado explorado, pero desde una mirada nueva, y encarnado en otra voz, una que es orgullosa, grandilocuente, y a la vez ingenua e incauta. Entre sus magnas y arcaicas palabras se asoma el patetismo de quien busca una aventura en cada gesto, en medio del desierto y la desesperación. Gracias a la película de Lucrecia Martel, esta novela olvidada por tanto tiempo volvió este año a nosotros.
Por Sara Malagón Llano
Nada sintetiza mejor este libro que su propio título, ingenioso y pleno de sentidos: de la preliminar sensación de absurdo que causa la sugerencia de que un hombre se inventó la naturaleza, así éste sea Von Humboldt, Wulf lleva al lector al convencimiento de que en efecto así fue, ¡y lo hace mostrando el rostro demasiado humano de este demiurgo! El libro, basado en una amplísima bibliografía que incluye la obra y correspondencia del biografiado, honra la tesis de Von Humboldt de que la ciencia no se hace en el laboratorio y narra con detenimiento sus exploraciones por América y Rusia. También cuenta, cómo a través de lo aprendido recorriendo Venezuela, Colombia y Ecuador, él formula su Naturgemälde (“una palabra alemana intraducible que puede significar una ‘pintura de la naturaleza’”, como bien precisa Wulf) y se inventa la naturaleza: un entramado en que todo está relacionado y que erige a Von Humboldt en precursor del concepto de cambio climático.
Por Carlos Malagón Bolaños
Este libro es una rareza en nuestro medio. Un libro de divulgación científica que es claro y profundo al mismo tiempo. Allí Correa ilumina tres aspectos en la vida de Rodolfo Llinás: la persona, el científico y el pedagogo. Llinás, la persona, casi que se define por un solo atributo: el arrojo, la seguridad en sí mismo. Constituye la antítesis del intelectual periférico. Nunca se amilanó ante los jerarcas de la neurociencia. Nunca lució intimidado por su origen. Llinás, el científico, se ha ocupado con igual maestría de las grandes y pequeñas preguntas. Es un experto en la teoría de la mente y en el sistema nervioso. Su visión más interesante es la del cerebro como una máquina anticipatoria que predice el próximo movimiento, que “camina sola”. Llinás, el pedagogo, ha enfatizado en la importancia de la creatividad en la educación. En su opinión, el aprendizaje solo ocurre si existe un marco general, una cosmología. Su visión de la educación colombiana, por lo demás, es crítica, pesimista. Con todo, este libro cuenta con elocuencia y destreza la vida del más notable de nuestros científicos contemporáneos.
Por Alejandro Gaviria
Este librito humilde, que por encima parece de autoayuda y un poco obvio, revuelca al lector de maneras inesperadas. Se ocupa del silencio y, sobre todo, de lo que el silencio puede hacer por nosotros. Además de abogado y editor, el autor es explorador: ha estado en el Polo Norte y en el Sur, en el Himalaya y en mares y desiertos de todo el planeta. Conoce pues la soledad y el silencio, conoce su poder: “Es una llave que puede abrirnos a muchas formas nuevas de pensar. No lo considero un sacrificio ni algo espiritual, sino un recurso práctico para vivir una vida más rica”. Con una prosa clara y elegante, con pasajes de aventura y momentos de calma, el libro invita a tomarnos una pausa, a mirarnos, a callar en la constante cháchara del mundo de hoy. Es también una vindicación de los tímidos, de los introvertidos, de los que tienden a buscar momentos de soledad y en ellos encuentran la claridad y la fuerza para actuar, o para abstenerse. Siempre consciente de que “crear silencio es en ocasiones una ardua tarea”.
Por Camilo Jiménez Estrada
Tras el suicidio del legendario chef y estrella de televisión en junio pasado, uno relee sus Confesiones de un chef (publicado en el año 2000, pero dadas las circunstancias uno de los libros de este año sin duda) como una novela policiaca: tras el rastro de claves psicológicas que permitan entender su muerte. Es, claro, una lectura parcial, porque se trata de un reportaje autobiográfico exuberante y chocante sobre las cocinas neoyorkinas de finales del siglo XX: un submundo agresivo y machista, con protagonistas tan vanidosos como inseguros. En palabras de Bourdain, ese mundo, del que le fascinaba ser parte, era además una forma del infierno: hoyos hirvientes poblados por almas en pena, adictos al estrés, las drogas, el sexo. Es un libro salvaje, lleno de “lobos”, “degolladores”, “enfermos terminales”, y en él Bourdain se revela con todas sus contradicciones: encantador, odioso, generoso (ante todo con sus compañeros de cocina, muchos de ellos latinos ilegales) y resentido. Se describe a sí mismo como “fantasma hambriento” o “vampiro”. Uno lee magnetizado las confesiones y solo puede añadir esto: fue un escritor potente, un apasionado de la comida y de la vida misma. Y tristemente, un condenado.
Por Hernán D. Caro
A las mujeres les arrancan la lengua, les cortan la cabeza, las callan. Mary Beard, historiadora británica experta en el mundo clásico, hace un recorrido desde las culturas griega y romana hasta la actualidad, en un paneo que busca explicar dónde nace la práctica de evitar la entrada de las mujeres al mundo de lo público, históricamente masculino, y cómo se ha buscado acallar las voces de aquellas que han osado hablar. Según Beard, desde la antigüedad las mujeres que acceden al discurso público son consideradas menos mujeres, o mujeres masculinizadas, por ingresar en un ámbito ajeno a las paridoras y servidoras del mundo. Al final, más allá del derecho a la palabra, la gran pregunta de Beard es cómo a las mujeres se les ha vetado el acceso al poder; cómo lo femenino no tiene cabida en el poder y solo es recibido para ser sometido y usado; y cómo, aún hoy, en el mundo de las redes sociales, a las mujeres que no callan les siguen arrancando la lengua y pidiendo que les corten la cabeza, como a la mítica Medusa.
Por Carolina Vegas
Hay numerosas puertas para entrar al libro de Carolina Sanín. Es como una casa hospitalaria, con muchas moradas por descubrir (e irse quedando en ellas). Digo moradas. Podría decir castillo interior. Palabras que hacen pensar en la santa que, hace siglos, como el Quijote y en el país de él, se entregó a la aventura y escribió de ella. Dicen que Montaigne inventó el ensayo. Pudo ser Teresa de Ávila, o Cervantes. Lo que los une a los tres es la inquietud, la indagación por el misterio de esa inquietud, y la tentativa de estarse quietos. En ese doblez vivieron. Solo en el lenguaje permanecieron, con él nos fijaron. Así también Carolina, porque una gran escritora, y ella lo es, nos devuelve nuevo el mundo. Los ensayos de Somos luces abismales interrogan el yo y el cosmos, lo grande y lo pequeño, el tiempo y la muerte. En su búsqueda de sentido –y no en el encuentro de las respuestas– esas preguntas nos bendicen. El libro, dedicado a los padres, termina con el abrazo de los hermanos. Que somos todos nosotros: inmensos y bellos en el desamparo.
Por Pedro Adrián Zuluaga
Para el irlandés Miles McMullan, los viajes se miden en pájaros. Solo así, cuesta arriba y cuesta abajo por la geografía de un país que se imaginó desde niño cuando se encerraba en el invernadero de su casa queriendo sentir el clima del trópico, ha conseguido ilustrar 1600 de las 1900 especies de aves que existen en Colombia. La hazaña le ha tomado tres décadas y en el camino encontró una familia, un hogar (en Nariño) y un proyecto que ya era ambicioso sin contar con los retos propios de la industria editorial: hacer la guía de aves más grande y detallada del país. Ahora, gracias a una campaña de crowdfunding, publicó la versión actualizada y revisada que complementa su edición de 2014. Los cerca de 5000 dibujos de esta guía, que hace posible explorar con meticulosidad las especies desde diferentes ángulos, dicen mucho de McMullan, y no solo de su talento como ilustrador, sino del rigor de sus búsquedas, la paciencia de su espera (jornadas enteras sin avistamientos) y de su enorme memoria, en donde conviven 2000 cantos de aves colombianas.
Por Nicolás Peña Ardila
Al pasar las páginas de Archivo Gaitán recordé una frase del arquitecto e historiador Carlos Niño cuando hacíamos documental: “Cuando aparece un nuevo archivo es como si alguien prendiera una antorcha; todo se ilumina y a lo mejor veo cosas que no había observado”. Enhorabuena se publica este volumen que hace justicia a uno de los reporteros gráficos más importantes del país en el siglo pasado. A través de las imágenes de Lunga podemos ver diversas facetas del dirigente popular Jorge Eliécer Gaitán en diferentes momentos de su vida y de su actividad política, en fotos muchas de ellas desconocidas. En cuanto a los textos, resalto el emotivo retrato del hijo de Lunga, Germán Gaitán, y el del también fotógrafo Roberto Rubiano que aportan nuevos datos y, sin especulaciones, hablan de la vida, el recorrido y la importancia de Lunga. Eché de menos las citas bibliográficas.
Por Guillermo González Uribe
Con la muerte de Fidel Castro en 2016, nos dice el periodista Carlos Manuel Álvarez, los cubanos asistieron a su propio velorio. Exorcizaron, en masa, “al vivo que por más de cincuenta años se nos metió adentro”. Las 16 crónicas de La tribu ponen en relieve a ese país que, en los últimos años, ha empezado a deshipotecar su porvenir socialista – y que ahora, a la intemperie, se pregunta por el camino a seguir–. Para contarnos a esta Cuba en transición, el autor nos presenta una sarta de personajes hilados en el tapiz de una Cuba que hoy se deshebra: a poetas, prófugos, beisbolistas, músicos, indigentes, emigrantes; todos parte de “un país que, desde sí mismo, va a emigrar pronto a otro país”. Las casi 300 páginas nos introducen a su vez a un periodista consumado, que afila con perspicacia las herramientas de su oficio. En sus textos se intercalan descripciones amplias (pero no ampulosas), reflexiones personales, diálogos que aligeran la lectura y, cada tanto, una frase que se desdobla hacia la poesía. Lejos de recurrir a clichés, que tanto abundan cuando se escribe sobre Cuba, en este libro confluyen el periodismo y la literatura para presentarle al lector un cauce –una isla– que se debate entre la rigidez de sus orillas y el fluir de su corriente.
Por Christopher Tibble
Primera persona reúne siete ensayos escritos en diferentes momentos y para distintas publicaciones. Es un libro autobiográfico que reflexiona sobre la figura del padre, la madre, la pareja, el hijo; también sobre el amor y el sexo, la maternidad, la locura y la intimidad. La intimidad es, en estos ensayos, el terreno en que sucede todo, y desde el que se mira el mundo. La mujer que escribe, la Margarita García de diferentes momentos, trata de traer al presente y hacerles preguntas a hechos del pasado. Los tiempos en este libro no están del todo cerrados ni definidos. El pasado no está atrás, simplemente. Nos constituye, y permite la escritura. Esta vez, García Robayo hace mucho más que contar pequeñas cápsulas de historias que evocan algo más: nos hace conscientes del lenguaje; de cómo pensar sobre uno mismo y su pasado pasa por un trabajo intenso con el lenguaje. El lenguaje, entonces, es el terreno de la elaboración misma del recuerdo, y de la intimidad; y aquí el lector está ante el acto mismo de esa elaboración. Por eso la lucidez, el uso hiperconsciente de cada palabra, el humor y la honestidad, elementos característicos de la obra de García Robayo, en este libro están más intensamente.
Por Sara Malagón Llano
En este breve estudio, con título hagiográfico y redacción monográfica, son protagonistas los ineludibles Eduardo Serrano, Alberto Sierra, Álvaro Barrios y Miguel González que, bajo la leyenda de “Los cuatro evangelistas”, son leídos canónicamente a partir de las acciones singulares que cada uno ejecutó en la parroquia de la cultura local entre 1968 y 1984. Los cuatro abogados del arte acogieron bajo su sombrilla a nuevas generaciones de artistas en diferentes formatos expositivos y actos narrativos, y pasaron de un autoaprendizaje temerario a bisagras institucionales de las franquicias de sus respectivos museos modernistas. Estos curadores, destacados por tener una “mentalidad abierta a la otredad”, negociaban con una cultura empresarial, tan patriarcal como señorera, siempre urgida de justificaciones. Si en la página 26 se dice que “el arte puede ser cualquier cosa, siempre que exista una argumentación que lo justifique”, esta publicación, junto a otras publicaciones recientes (Relatos de poder, de Camilo Ordóñez, y Conversaciones con el fantasma, de Martín Nova), da aliento a otras discusiones: nuevas críticas que valoren los alcances y limitaciones del juego fugaz de representar el arte del otro.
Por Lucas Ospina
“Todas las historias de cáncer se parecen. El diagnóstico intempestivo. Las malas noticias en seguidilla. El cambio de perspectiva. La conciencia opresiva o liberadora de la mortalidad. El miedo, o mejor, las oleadas de miedo y la aceptación posterior de la incertidumbre, a veces serena, a veces resignada”. Esta es una de las muchas reflexiones de Alejandro Gaviria en su más reciente obra. Allí narra cómo él, por entonces ministro de Salud, fue diagnosticado de un linfoma de Hodking y se convirtió, de un momento a otro, en paciente del sistema de salud que presencia lo que había hecho como técnico. Además de contar este proceso, del que sale airoso, también escribe sobre su vida, su existencialismo, su ateísmo irrenunciable incluso cuando está al borde del abismo y sobre la inefabilidad de la muerte. Este libro también puede leerse como una antología de obras, poemas, escritores y pensamientos; una lista de coleccionista empedernido de libros, en especial de primeras ediciones. También es una reflexión sobre algunas de las decisiones más importantes que tuvo que tomar como ministro: controlar el precio de los medicamentos, prohibir las fumigaciones con glifosato, sentar las bases del cannabis medicinal y evitar que los recursos de la salud se usaran para tratamientos de pacientes en el exterior o experimentales. “El cáncer es como la vida: nos plantea dilemas personales y colectivos sin solución, humanos”.
Por Jose Fernando Hoyos
El carácter del padre se extiende en la vida del hijo como una mancha de petróleo en el océano. El carácter de la madre se extiende en la vida del hijo como una mancha de petróleo en el océano. Aunque ellos nunca nos hayan revelado su humanidad y aunque sepamos tan poco de sus orígenes, omos una prolongación de nuestros padres y una prolongación de nuestras madres. Somos el nido de sus gustos, de sus enfermedades mentales, de sus placeres oscuros. Fuimos, hasta cierta edad, su voluntad. ¿Qué hace un hombre cuando mueren sus padres y es consciente de todo esto; de que una parte de su pasado, moldeada por ellos, se desbarató para siempre? Manuel Vilas amortiguó la caída escribiendo Ordesa, un libro que en España ha sido reeditado trece veces en diez meses. Ordesa es un texto sin argumento, sin macroestructura, con un fluir caótico, a golpe de recuerdos, que también reflexiona sobre el hundimiento de la España reciente, un país cuya gravedad depende de dos equipos de fútbol. Aquí está el testamento de Manuel Vilas. Aquí están sus definiciones del amor, del silencio, del sufrimiento, de la muerte. Esta es la biografía del alma de un hombre que tiene miedo de volverse loco y se ha preocupado por racionalizar su existencia. Bienvenidos a su esfuerzo.
Por William Martínez
Este libro pasó como una exhalación por las librerías hace unos años: la editorial apenas distribuyó un puchito de ejemplares y pocos pudieron comprarlo. Y es una lástima, porque es uno de esos libros de divulgación que abren las puertas a conocimientos insospechados. Y lo mejor: lo hace con eficiencia y emoción. El autor es periodista científico y va a cubrir para una revista el Campeonato Nacional de Memoria realizado en Estados Unidos en 2005. Se entusiasma tanto con los concursantes, sus técnicas y el arte que decide entrenarse y participar el año siguiente. Mientras tanto, va indagando y contándole al lector el papel que ha tenido la memoria en la historia humana, las técnicas que usaron los memoriosos del pasado, algunas estrategias que usa el cerebro para trabajar. “Lo que había comenzado como un ejercicio de periodismo participativo pasó a ser una obsesión”, dice. Al final (alerta de spoiler) Foer gana el campeonato. Pero eso no es lo más sorprendente que usted va a leer en este libro. Por supuesto, si la editorial distribuye otro puchito, animada por este breve comentario. Esperemos.
Por Camilo Jiménez Estrada
Una frase suelta que el periodista argentino Rodolfo Walsh escuchó en 1956 en un café de La Plata desembocó en una de las investigaciones periodísticas más importantes en la historia de América Latina. Aunque para muchos el periodismo narrativo nació con A sangre fría, de Truman Capote, en 1966, nueve años antes, Operación masacre ya había roto fronteras al reconstruir de forma exhaustiva, y echando mano de recursos que normalmente se destinan a la ficción, un crimen de Estado que la dictadura militar argentina trataba de ocultar. Con una narración trepidante que se lee como una novela, pero llena de datos certeros y comprobables, Walsh cuenta cómo los militares fusilaron a doce civiles, a quienes acusaban (en su mayoría de forma injusta) de participar en un fallido levantamiento contra el gobierno. Con relatos de algunos sobrevivientes y de una revisión de documentos y fuentes variadas, el argentino –desaparecido por los militares veinte años después de la publicación de este libro– desenreda un crimen que algunos consideraban perfecto. Esta nueva edición, publicada por Libros del Asteroide y con prólogo de Leila Guerriero, es una gran oportunidad de reencontrarse con un gran clásico de la no ficción.
Por José Vicente Guzmán
A través de la vocación fatal de un defensor de derechos humanos, la lucha de un investigador judicial y el trabajo temerario de un periodista, MacFarland nos cuenta la historia en ascenso del hombre más poderoso de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. Con una fórmula de tríada entorno a él, este libro presenta un fresco profundo de la actualidad trágica del país. Su principal logro es juntar las piezas dispersas a lo largo de décadas –justamente los asesinatos, los más connotados y los tantísimos anónimos– para desnudar una explicación incómoda sobre el fenómeno de la criminalidad sistemática. El relato se retrotrae a la Antioquia de mediados de los años ochenta, cuando el abogado Jesús María Valle encendió las alarmas sobre la incursión de escuadrones de muerte en la zona rural del departamento y en la misma Medellín. Una estela de pavor que se extendió por todo el país en las décadas siguientes. La huella de ese fenómeno trató de ser contenida por otro de los protagonistas del libro, y develada por el tercero, con las consecuencias que ello puede implicar. ¿Cómo lo hicieron y qué ha ocurrido? De eso se trata esta investigación.
Por José Monsalve
En momentos de inestable equilibrio para el posconflicto, Francisco De Roux lanza un salvavidas para rescatar el valor moral de la paz. Como acompañante y testigo, el padre jesuita está convencido de que el acuerdo con las Farc puso en marcha un cambio de conciencia de proporciones inmensas. Aprovecharlo, sin embargo, implica para él ir más allá del silencio de los fusiles, salir de la crisis espiritual que condujo a la barbarie y pararse en el terreno de la reconciliación. La audacia de la paz imperfecta no es un libro histórico de la negociación, sino el compendio de reflexiones de un hombre que durante décadas resistió de forma pacífica la embestida de la violencia y que hoy reconoce que también ha sido un error caer en la generalización. Los años que duró la mesa, los primeros efectos del aterrizaje de los acuerdos y la visita del papa Francisco son algunos de los aspectos por los que navega el autor. Consciente de sus limitaciones subjetivas, antes de ser elegido presidente de la Comisión de la Verdad, De Roux trata de liberar la paz de la desgracia, llamando a enriquecerla en el crisol de las posiciones que, como la suya, suman a las intenciones de jalonar un proceso que a todas luces quedó inacabado.
Por María Camila Restrepo
La reedición de este clásico de la antropología de la violencia en Colombia, que incluye apartes de un trabajo anterior de la autora, Matar, rematar y contramatar. Las masacres de La Violencia en el Tolima, 1948-1964 (1990), es una lectura indispensable para cualquier lector interesado en una revisión interpretativa del elemento del terror que ha acompañado, tanto en su dimensión simbólica como material, a la historia de la violencia en Colombia; desde las matanzas organizadas por Los Chulavitas y los agentes del Estado conservador en la época de La Violencia, años cincuenta, seguida de réplicas por parte de grupos de campesinos liberales y comunistas en los cincuenta y sesenta, hasta sus manifestaciones más contemporáneas en las masacres paramilitares en los noventa y comienzos del 2000. Con una mirada atenta a los diversos archivos de una violencia que, en estricto sentido no se deja contar, a través de testimonios de sobrevivientes, registros judiciales y artículos de periódicos, Uribe recorre las distintas cartografías del terror en Colombia, recalcando la importancia de recordar nuestra historia en un momento político en que sería esencial aprender a comprender e interpretar esta violencia sin tener que convertirla en camisa de fuerza para el futuro.
Por María del Rosario Acosta
Originalmente publicado por entregas en la página web de la Biblioteca Nacional, este libro renuncia a la irrealizable pretensión de objetividad que, tácita o declaradamente, caracteriza muchos manuales de historia. Al presentar la historia de Colombia como un libro de opinión, Caballero reconoce que el acto de contar la historia, y de conocerla, puede ser un acto subversivo (de ahí que les dé a las oligarquías un papel protagónico). Este libro tampoco pretende ser un texto escolar ni un manual de referencia. Es un conjunto complejo, claro y preciso que integra de manera informada la explicación social, política y económica de los hechos, por un lado, y la anécdota esclarecedora, por el otro. Es también, aunque la presentación diga que “no va en chiste”, un libro hábilmente humorístico, que enseña que el humor es un ejercicio intelectual serio que tiene cabida en la historia, y su gracia no se reduce únicamente a la de sus brillantes caricaturas. Con sus epígrafes sugestivos y sus referencias recónditas y contundentes, es un maravilloso ejemplo de la intertextualidad, y constituye una herramienta valiosa para el esfuerzo inacabado de darle sentido a nuestra historia.
Por Simón Ganitsky
Se dice que los periodistas escriben el primer borrador de la historia: la versión inmediata de los hechos. Y si esto es cierto para los reporteros que cubren el día a día de las noticias, más aún lo es para un libro como el de María Jimena Duzán, el primer texto relevante para explicar qué significaron para Colombia los ocho años de la presidencia de Juan Manuel Santos. El exmandatario le apuntó a que el juicio de la historia sería menos severo de lo que fueron las encuestas durante su mandato y María Jimena le da la razón. Es un libro benévolo, en que a periodista se toma en serio el proceso de paz, con el que tiene obvias simpatías, y logra una reconstrucción meticulosa, con datos y contexto, que incluye versiones de todos los actores. Esta es una mirada inmediata en la que, sin embargo, se notan días y meses de conversaciones con los protagonistas del gobierno, de la exguerrilla y en la brega política. Este libro es los diálogos de La Habana, contados por una periodista que se puso en el trabajo de entenderlos para explicarlos.
Por Rodrigo Pardo
Este libro mezcla la narración histórica y el análisis del discurso, y podría sumarse a los anales de la violentología colombiana. Pero en este caso la violencia tratada no es la física, que ha desbocado los ríos de sangre del país, sino la simbólica y verbal del insulto, de la afrenta, de las ofensas con que nos hemos descalificado mutuamente. Como la otra, esta violencia también ha galvanizado la política y la cultura nacionales durante siglos. Desde la Independencia hasta Internet, los colombianos hemos insultado, abierta o implícitamente, y hemos reaccionado ofendidos ante la injuria recibida o inferida: nuestra política ha sido la prolongación del insulto por otros medios. Álvarez recorre en este libro los episodios más dicientes de esta tradición, pero no se queda en el recuento anecdótico o en el escándalo ante la ristra de agravios que han constituido nuestro patrimonio verbal. Su texto ofrece maneras de superar la violencia sin sentido que se asocia con el insulto, para llegar a apreciar el estatuto racional que este implica y reconocer el conflicto real que subyace en su obsceno escupitajo.
Por Nicolás Pernett
Se ha dicho que este libro es excepcional porque está escrito de manera “neutra” u “objetiva”. Pero que su tono sea moderado no significa que su contenido sea aséptico. Las 324 páginas de Historia mínima de Colombia ofrecen una mirada subjetiva, por momentos sobrecogedora, de trece mil años de historia social en territorio colombiano. Hábilmente, su autor, Jorge Orlando Melo –filósofo, historiador, profesor universitario, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango por once años– evita el comentario y la calificación. Más bien, se concentra en desempolvar hechos, pulirlos y presentarlos con claridad; en seleccionarlos y organizarlos para darles un sentido. El resultado es un análisis demoledor sobre los fracasos de una nación y sobre la persistencia histórica, y trágica, de la violencia física y psicológica, ante todo de origen político, en nuestro país. En tiempos en que la intimidación verbal y el engaño retórico son mecanismos comunes para imponer una opinión en público, un resumen desapasionado de la vida de Colombia es un alivio, y un objeto de admiración. Quizás ahí radique su inusitado éxito en ventas.
Por Camilo Jiménez Santofimio
En 1962, Germán Guzmán Campos comentó que La violencia en Colombia tendría un segundo tomo y se titularía Cómo se hace la paz. Allí se recogería la experiencia doméstica de la paz, que surgió luego del plebiscito de 1957. Ese texto nunca se culminó. La paz olvidada retoma el esfuerzo narrativo de Guzmán y retrata los ires y venires de la paz criolla: las soluciones locales e improvisadas que las regiones acordaron para aterrizar en su territorio la convivencia pactada por la élite bogotana. Los relatos se reconstruyen a tres voces y en tres escalas: el país letrado, el país político y los países regionales, en los niveles nacional, regional (el Tolima Grande) y local. Sus fuentes son variadas: desde la biografía de los actores y los archivos oficiales hasta bambucos y rajaleñas, pasando por los periódicos regionales y los libros clásicos de las ciencias sociales. Allí radica el valor de este libro: su capacidad para contar la forma en que la idea y la práctica de la violencia y la paz se cruzaron en las trochas de los pueblos, en la palabra impresa, en los pasillos del poder e incluso en las notas de los cantos populares.
Por Diana Güiza
El colombiano un pesimista por excelencia, al menos eso dice la mayoría de encuestas. A la pregunta sobre cómo va el país, la mayoría responde que mal y que la situación va a empeorar. Ese pesimismo se refuerza con la actitud de políticos y líderes de opinión que, desde su posición ideológica, inundan las redes y los medios con discursos que pintan a Colombia como el peor lugar para vivir. Pero este libro, un análisis riguroso, académico y científico, demuestra lo contrario: Colomboa no está al borde del abismo, aunque sí deba mejorar en muchos aspectos. Y en los 25 ensayos de este libro, profesores e intelectuales tratan de proponer cómo hacerlo. No es un libro de recetas mágicas, pero sus autores indagan en la historia, la filosofía y la ciencia para demostrar que el pasado de Colombia no ha sido tiempo perdido ni el futuro será una desgracia. El libro plantea que para construir un mejor país se necesita tomar medidas relacionadas con consolidar la paz, preservar el medio ambiente, mejorar la moralidad pública y fortalecer el Estado. En últimas, es un juicioso ejercicio académico para combatir nuestro pesimismo.
Por Jorge Cote
Este libro ofrece una lectura del pensamiento moderno, que hace valer en éste la dimensión del conflicto, alejándose de aproximaciones que lo reducen a una reflexión totalizante, cerrada sobre ella misma, y signada por la problemática lógica del progreso. Al poner en su centro una noción como la de ‘dispositivo’, que tiene una presencia en las discusiones contemporáneas sobre filosofía política, esta investigación apunta a repensar lo que supone la actividad crítica hoy y la acción política emancipatoria. En efecto, Cadahia aduce que las relaciones de poder no son formas de sujeción que saturan por completo el campo de experiencia, sino prácticas heterogéneas que pueden dar lugar a tensiones, en medio de las cuales pueden emerger reconfiguraciones emancipatorias. Así, más que un mero diálogo exegético entre autores modernos como Hegel y Schiller, y autores contemporáneos como Foucault y Deleuze, este libro produce una interpretación de los primeros y defiende su posible actualidad. En particular, con la noción de ‘mediación sensible’, Cadahia argumenta que las transformaciones políticas son ante todo alteraciones en las formas de ver, sentir, imaginar, y narrarse. Y por esto mismo, el modo en que diagnosticamos una situación afecta la forma en que consideramos posible y deseable intervenir en ella. Más que otro producto académico, este libro interviene en las complejas condiciones históricas de las que procede.
Por Laura Quintana
Voy a hablarles de un libro complejo, que no puede ser clasificado como un libro técnico ni como uno literario. Allí el autor fusiona el análisis científico con el humanístico y explora gran parte de la obra de Gabriel García Márquez. Habla, para ser exacta, del significado de la muerte para el autor colombiano y escruta el misterio de la muerte desde sus personajes. Al mismo tiempo, como buen patólogo forense, disecciona con calma, con cuidado, con curiosidad y con mirada ética diferentes aristas alrededor del fallecimiento: el suicidio, la necropsia psicológica, las escenas del crimen alteradas, la exhumación de cuerpos, las armas asesinas, el olor de la muerte. Hago énfasis en la paciencia que empleó el autor porque me confesó en Ciudad México, durante la presentación del libro, que demoró cerca de 20 años para “convertir las palabras en oro”. Si bien él no lo declara abiertamente en su libro, el lector se dará cuenta que entrelíneas se dibuja el significado de morir en muchas de sus acepciones.
Por Zoraida García Castillo
Moviéndose entre el balcón, la puerta, el dintel, la calle, los cafés y los bares, las prostitutas dan cuenta de una historia plagada de silencios, violencias, miseria y mojigatería que debe ser discutida y rebatida. Frente a este panorama plagado de imposibles, que se caracteriza por la condena de la sexualidad y de los placeres, en este libro Olivos Lombana se vale de los estudios de género, las políticas públicas y la historia urbana para abordar la prostitución desde una perspectiva social y de derechos humanos. Así, logra recuperar la voz, la dignidad y la ciudadanía de mujeres indias y mestizas pobres y migrantes europeas, que ejercieron este oficio entre 1886 y 1930 en Bogotá. Sobreponiéndose a la precariedad de las fuentes y a la impotencia de la escritura, esta investigación deja en claro que la lucha contra la explotación sexual y el proxenetismo, más que un deber de pocos, debe ser un ejercicio ético, democrático y humano de toda la sociedad. Ese ejercicio necesita verse reflejado en la promoción de una política pública sobre la prostitución en Colombia que garantice la seguridad y la integridad de quienes la ejercen.
Por Álvaro Urrea
Puede que en América Latina existan algunas etnografías recientes sobre los lugares del homosexualismo en nuestro imaginario. Puede que existan muchos estudios de caso históricos puntuales (derechos, marchas, movilización, victimización); puede que estén debidamente historiografiados. Sin embargo, soy concluyente: este es el trabajo más importante de orden histórico y sociológico que existe en el continente sobre la historia de los homosexuales en una sola ciudad, en este caso Medellín. ¿Cuándo se produjeron los primeros análisis de los actos sexuales contranaturales? ¿Cómo miraba la prensa de comienzos del XX las identidades de género? ¿Cuándo los homosexuales pasaron de ser falsas mujeres a monstruos, y después a locas divertidas? ¿Cómo actuaban los códigos penales la obscenidad homosexual? ¿Qué significó la despenalización en el espacio urbano antioqueño? ¿Cuáles eran esos perfiles que configuran el ethos homosexual (semimaricas, maricas adinerados, hedonistas…)? ¿Cuál fue el origen del pensamiento progresista sobre la cuestión en una ciudad tan conservadora? ¿Quiénes fueron los fundadores del movimiento de liberación homosexual? A todas estas preguntas responde esta tesis doctoral convertida en libro por la Editorial de la Universidad de Antioquia. Por cierto, un último detalle: ¡qué bien escrito está!
Por Nicolás Morales Thomas
“La historia del constitucionalismo es en buena parte el resultado de una práctica de ensayo y error”. Por eso los profesores Juan Jaramillo, Mauricio García, Andrés Rodríguez y Rodrigo Uprimny consignaron en esta obra los ensayos y los errores que desde el Renacimiento hasta hoy sumaron y restaron a la construcción del pensamiento constitucional. La visión histórica, sostienen los autores, es la que permite entender el papel que las instituciones, los conflictos y las pasiones políticas han jugado en los estados modernos. Y bajo esa premisa, se encargan de escenificar desde las guerras religiosas del siglo XVI, las sanguinarias luchas por el trono en los reinos europeos, las revoluciones modernas, hasta el surgimiento de las democracias del último siglo. El texto, consulta obligada en las facultades de derecho, viaja por los grandes hitos del mundo occidental y recoge documentos esenciales del proceso como actas de derechos, declaraciones de independencia, discursos y primeras constituciones políticas de estados. ¿Por qué el derecho frente al poder? Porque las sociedades han procurado por siglos tener herramientas para defenderse de quienes regentan el poder y los gobernantes, herramientas para conservar el orden.
Por Valentina Obando Jaramillo
La primera aproximación es la de un libro académico sobre arte y neurociencia, pero, con el pasar de las páginas, se descubren temas empíricos como la belleza, la justicia, el talento, la inseguridad y la capacidad que tiene una obra de producir emociones, de evocar, de hacer pensar, de enamorar y de ser recordada. En esta publicación, en la que obras del holandés Vincent Van Gogh comparten páginas con las del antioqueño Juan Felipe Orozco, la investigadora Ana Cristina Vélez desarrolla la imagen como un concepto filosófico: explica por qué esta puede causar un conflicto social o resolverlo, invitar a la violencia o a la reconciliación. En tiempos en los que las imágenes ya no funcionan como pruebas rotundas para revelar la verdad porque pueden sufrir ediciones, ¿qué significan hoy las imágenes? Este es un libro recomendado para fotógrafos, directores de cine, diseñadores, publicistas, sociólogos, neurólogos y para todo aquel que quiera ver más allá de lo que muestran los ojos y entrenar la vista, porque es ahí donde se revelan los invisibles.
Por Adriana Abramovits
Esta poeta canadiense es una de las creadoras más fascinantes de nuestro tiempo. Cada uno de sus libros es un manifiesto a favor de la libertad poética. En otras palabras, Carson recupera la naturaleza de lo que se llama poesía, que no solo se encuentra en estrofas y versos. Si Nicanor Parra pidió que el género descendiera del Olimpo, Anne Carson hace otra más avanzada: que la poesía se salga del poema, tal como lo conocemos. En sus libros anteriores los poemas toman formas de libretos de ópera, ensayos, entrevistas o simplemente notas sueltas. En este caso –una elegía para su hermano Michael, fallecido en Copenhague en el año 2000–, el conjunto se presenta ante el lector como un extenso artefacto dispuesto a la manera de un acordeón, en que las huellas de un hombre desaparecido son inspiraciones para la creación. El poemario-objeto se abre con un poema en latín, el que Catulo le dedicó a su hermano muerto, que la poeta norteamericana intenta definir palabra por palabra en la parte izquierda, si el formato se despliega como un libro. En la derecha, Carson presenta fotos, postales, citas, sellos, dibujos, frases, fragmentos de conversaciones, etc., de la vida del hermano, un hombre errante desde su juventud, desconocido para ella, con quien conversó pocas veces por teléfono y al que trata de comprender póstumamente con la literatura, aunque confiese: “Un hermano nunca termina. Lo persigo. Él no termina”.
Por Juan de Frono
Este poeta es un desconocido para la mayoría de lectores. No sé si es justo, pero sí necesario, comenzar diciendo que fue uno de los grandes amigos de Raúl Gómez Jattin, al punto de ayudarle a mecanografiar libros y sugerir correcciones. De hecho, en la misma colección que salió el deslumbrante primer libro del poeta de Cereté, Córdoba, Poemas, se editó el primero de Carrillo y el de Juan Manuel Ponce de León, amigo de ambos y artífice de que estas publicaciones se hicieran realidad. El título de ese primer libro de Carrillo, Pesimismo con desparpajo, se emplea para esta reunión de su obra, que incluye dos libros más y otros poemas nunca publicados. Como dice Juan Manuel Roca en el prólogo, este hombre, nacido en Cúcuta en 1948 y muerto en Bogotá en 2015, es de aquellos que no escriben libros sino “que parece que sus libros los escribieran a ellos”. Todo porque fue un hombre tímido, discreto, imposible de adivinar en su poesía repleta de juego, difícil de definir, sin geografía concreta y que reta al lector con palabras nuevas y un ritmo vertiginoso. Quizá por esto sea una obra única para lectores que saben que la poesía puede comprenderse, pero que eso no es necesario para disfrutarla.
Por Juan de Frono
Este poeta colombiano, reciente Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura y Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, dijo alguna vez que antologar a alguien es mejorarlo. Una declaración de un hombre que ha antologado con éxito a diferentes escritores y géneros, como la Antología (2014) de León de Greiff que hizo para Pre-Textos y la emblemática Antología de crónica latinoamericana actual (2012), publicada por Alfaguara. Usando sus palabras, esta selección amplia y cronológica mejora su obra, en el sentido de que le hace justicia, ya que su poesía ha sido ensombrecida muchas veces por sus archifamosos Poemas de amor (1986). Embarcarse en este libro es entonces algo revelador, porque permite reconocer el viaje solitario y sinuoso de un poeta, una extensa y variada bibliografía en que la música clásica, los retratos de otros, Bogotá, los gatos y el paso del tiempo son protagonistas. El resultado vale la pena: observar al completo a un poeta que, desde su primer libro, ha tenido una voz sabia, transparente y con muchos registros, donde el amor, por supuesto, ha sido una preocupación fundamental.
Por Juan de Frono
Desde hace tres años, la Universidad Eafit y la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín entregan el Premio León de Greiff al Mérito Literario, un reconocimiento que destaca el conjunto de la obra de un escritor hispanoamericano. Este año el galardón fue por primera vez para un colombiano, el poeta paisa Elkin Restrepo, autor de nueve libros de poesía y siete de narraciones cortas. Además, fue fundador de la emblemática revista de poesía Acuarimántima (1973-1982) y director desde hace más de veinte años de la Revista Universidad de Antioquia (1935), la primera publicación cultural del país. A raíz del premio, Eafit editó esta antología que incluye poemas de sus tres libros más recientes: Objetos figurados en un paisaje a solas (2009), Como en tierra salvaje, un vaso griego (2012) y El torso de Venus (2015). En la recopilación es posible disfrutar la voz clara e inteligente de Restrepo, que alcanza en sus últimos libros la difícil sencillez de la que habló Borges al final de su vida, como lo prueba el comienzo del poema “Ensoñación”: “No es la vejez tiempo propicio / para el amor, / para los arrebatos del amor. / Lo que un día fue, quedó atrás”.
Por Juan de Frono
En los versos finales de un poema de este libro se lee: “Las cámaras capturan / el sedimento del vacío”. De lo que se habla es de las cámaras de seguridad, pero son dos líneas justas para comprender la obra de Santiago Rodas. Él, como todo buen poeta, busca capturar lo que queda por fuera, más allá, por debajo de las cosas, del tiempo. En este libro, el tercero que publica, el poeta paisa de veintiocho años avanza en una propuesta en la que sobresalen los poemas narrativos, la mayoría inspirados por una escena cotidiana, doméstica, familiar. Algunas de las conexiones que se adivinan en ella son Helí Ramírez, la poesía norteamericana del siglo XX, Nicanor Parra, José Watanabe, Fabián Casas y Frank Báez, por mencionar algunos. Precisamente este último autor, admirador de Rodas, tituló uno de sus libros recientes Este es el futuro que estabas esperando, y podemos usarlo para decir que Santiago Rodas es uno de los futuros que algunos de los lectores de poesía colombiana estábamos esperando.
Por Juan de Frono
La edición colombiana de novela gráfica ha crecido no solo gracias a la publicación de autores colombianos, sino a proyectos de traducción de obras internacionales que han pasado desapercibidos en otros mercados. Tal es el caso de la edición de Puertas adentro del ilustrador holandés Tim Enthovenk, que fue publicado originalmente en 2011 bajo el título de Binnenskamers y Caín Press lo traduce por primera vez al español. El trabajo de rotulación es muy importante en la edición de cómic y, en este caso, se logra mantener la sensación de que el protagonista piensa y se comunica en una letra abigarrada porque se esfuerza en pasar desapercibido y no ser legible. Enthoven pone a dialogar la página y sus viñetas con los espacios arquitectónicos y con la cotidianidad de un personaje atrapado en rutinas predecibles que se repiten en pequeños lugares. Puertas adentro es una caja de ideas, una novela gráfica que salta entre la realidad y la alucinación, y que utiliza cada recurso gráfico en su justa medida.
Por Pablo Guerra
Desde hace unos años, se ha vuelto constante la reedición de clásicos secuenciales del siglo XX en libros que pueden considerarse de lujo, sobre todo cuando se comparan con la forma en que se publicaron originalmente. De este segmento sobresalen las nuevas ediciones de la obra de Osamu Tezuka, padre del manga moderno, como Black jack, La canción de Apolo y Astro Boy, entre otros. Antología es un libro especial porque contiene cuatro historias autoconclusivas hechas por Tezuka cuando era un autor en proceso de convertirse en referente. En La nueva isla del tesoro (1947), Lost World (publicado en 1948, pero creado en 1939 y 1940), Metrópolis (1949) y Next World (1951) se pueden apreciar elementos y guiños que se volvieron recurrentes en la obra del gran maestro del manga, pero que en estas historias son casi inocentes. Hay un imaginario generalizado que reduce el manga a fórmulas estridentes, pero libros como este sirven para completar el mapa real que conecta la producción contemporánea con sus orígenes.
Por Pablo Guerra
En la amplia producción de autores y colectivos se destaca La montaña de la realidad & otras fábulas, ilustrado por el colombiano Daniel Liev. La publicación recopila algunas entregas de la serie de historietas cortas Substantial cómics, que se difundieron en redes sociales y en la sección de Entreviñetas en el diario El Espectador. La impresión en serigrafía y la calidad de la edición potencian la calidad de este trabajo. Liev explora con la naturaleza de lo gráfico y las convenciones de la gramática secuencial para construir cuidadosamente reflexiones sobre la forma y la filosofía, sin perder un tono de juego que sorprende por su capacidad expresiva.
Por Pablo Guerra
A sus más de cincuenta años, Emil Ferris debutó en el mundo del cómic con esta novela gráfica ambiciosa y extensa que ha puesto al mundo de las viñetas de cabeza. Karen Reyes es una niña obsesionada con los misterios, los detectives, los cómics y las películas de terror. Ella hace diarios con bolígrafo en cuadernos rayados. Se dibuja como una niña-lobo, dibuja a sus vecinos, a su mamá y a su hermano Deeze, dibuja los cuadros que le gustan y va registrando sus investigaciones sobre lo que oculta la realidad, sobre los monstruos que nos rodean. La protagonista es al mismo tiempo el narrador al que nos tiene acostumbrados el cómic norteamericano alternativo –retraída, obsesionada con la cultura popular visual, talentosa, observadora–, pero también es todo lo contrario –una niña no blanca, lesbiana, que se siente perseguida–. Lo que más me gusta son los monstruos es una novela gráficamente espectacular y que plantea nuevas formas de hacer y entender cómics.
Por Pablo Guerra
Esta novela gráfica confirma la capacidad creativa de Gian Alfonso Pacinotti, más conocido como Gipi, uno de los grandes historietistas del mundo. La grandeza de este italiano, también director de cine, no depende de la repetición de un estilo reconocible o de la demostración virtuosa del dibujo. De hecho, en La tierra de los hijos él abandona el preciosismo de las acuarelas, un rasgo que atraviesa obras como S. (2006) y Unahistoria (2014), y se inclina por un estilo más crudo. Es una crudeza que retoma ideas de libros como Mi vida mal dibujada (2009), pero sin regresar a lo autobiográfico. La tierra de los hijos, además, aborda temas recurrentes en la obra de Gipi, como la violencia, el paso de la juventud a la adultez, la educación fallida y las zonas de conflicto, pero ahora en un futuro que parece salido de la pesadilla que anunciaba Favalli en El Eternauta (1957-1959), de Oesterheld y Solano López. Se trata en definitiva de un libro brillante, con un estilo narrativo casi perfecto en que se diluyen las fronteras entre el dibujo y la escritura.
Por Pablo Guerra
La edición colombiana de novela gráfica ha crecido no solo gracias a la publicación de autores colombianos, sino a proyectos de traducción de obras internacionales que han pasado desapercibidos en otros mercados. Tal es el caso de la edición de Puertas adentro del ilustrador holandés Tim Enthovenk, que fue publicado originalmente en 2011 bajo el título de Binnenskamers y Caín Press lo traduce por primera vez al español. El trabajo de rotulación es muy importante en la edición de cómic y, en este caso, se logra mantener la sensación de que el protagonista piensa y se comunica en una letra abigarrada porque se esfuerza en pasar desapercibido y no ser legible. Enthoven pone a dialogar la página y sus viñetas con los espacios arquitectónicos y con la cotidianidad de un personaje atrapado en rutinas predecibles que se repiten en pequeños lugares. Puertas adentro es una caja de ideas, una novela gráfica que salta entre la realidad y la alucinación, y que utiliza cada recurso gráfico en su justa medida.
Por Paola Roa
Como en los cuentos de hadas o los mitos, encontramos en las fábulas señales sobre el sentido de nuestras pulsiones individuales y colectivas más profundas. Nos da el fabular la distancia necesaria para elaborar cuestiones morales que de otra manera solo serían fórmulas burdas. En este caso, La gata sola puede ser leída como una fábula contemporánea que no pierde de vista eso que dice Vila-Matas: “Al fabulador le es dado conocer la historia, pero no la moraleja”. Allí no hay moraleja, no se presume de ninguna verdad moral. El libro cuenta la historia de una gata que llega a un pueblo en que “no se había visto un animal de su especie”, así que el relato nos va diciendo qué especie es éste, mintras el animal va descubriendo quién es. De sombra solitaria pasa a ser cazadora intrépida, reina feroz, buscadora. Animal libre. Mientras tanto, un pueblo descubre el miedo. Preocupados por lo que imaginan, y por la posibilidad de que lo que imaginan ocurra, no logran buscar, y al parecer tampoco consiguen descifrar qué especie de pueblo son. En La gata sola los lectores participan del dilema, son interpelados en su extrañeza y convocados a la oscuridad de la cueva.
Por Paola Roa
Aprehender el mundo no es sencillo, así que la protagonista de esta novela, Bárbara, no se empeña en aprehenderlo, sino en recordarlo. Mientras emprende la tarea ardua de la escritura y de acomodarse a la escuela, se detiene en la memoria que conserva de la lluvia, de las flores, de los animales y del campo que sus padres trabajan. A la dificultad de las letras se opone el descubrimiento vital de la casa, de las formas en que su familia y la gente del pueblo viven. A Bárbara no le gusta la escuela, no quiere volver, pero mientras lidia con la tristeza y el miedo a confrontar ese no querer, le van llegando motivos. Del mismo lugar del que proviene la lluvia, nacen las historias que le permiten a ella y a su profesor aprender otras maneras de escribir. En esta pequeña novela, Nilma Lacerda vuelve a explorar la vida de niños que luchan por no ser excluidos de lo escrito, por conseguir un espacio en el tejido de sentido que, a través de la palabra escrita, se ensancha y le permite al mundo ser un texto interminable.
Por Paola Roa
Una editorial es la propuesta de un diálogo entre autores, textos y lectores. El editor propone los asuntos para el diálogo y convoca a los conversadores. No obstante, los niños y jóvenes suelen ser simples espectadores de monólogos editoriales en que solo se satisfacen las demandas del mundo adulto. Por fortuna, siempre hay excepciones, y una de ellas es Cataplum Libros, que desde hace un par de años ha abierto una conversación entre libros y lectores jóvenes alrededor de la poesía, el humor y la tradición. El pollo chiras es, precisamente, el último de los convidados. En formato de libro álbum, está compuesto por un poema en verso, escrito en la década de los treinta, y una serie de bellas ilustraciones que le suman a lo que “dijo el pollo chiras cuando lo iban a matar” la expresividad de una familia de animales que acompaña la exhortación suicida del pollo. Es un libro hermoso, en que la ternura de las imágenes se mezcla con la hilaridad del poema y su situación espeluznante. Con seguridad, este libro será leído una y otra vez por sus nuevos lectores, como fue recitado una y otra vez por los niños de otras siete generaciones.
Por Paola Roa
Muchos son los caminos del sentir popular para ser pensado, para ser dicho y para ser transmitido. Los romances españoles, transmitidos oralmente y preservados en la memoria colectiva de la Edad Media, contienen mucho del sentido de la vida cortesana, de los campos y de los amores de poetas que a través de sus viajes y sus versos inventaron una forma de amar y de trovar, que nos llega hoy gracias a Los caminos del juglar, una obra que confirma la capacidad inagotable de sentido de los clásicos. Es una antología de romances españoles y, a la vez, un viaje ilustrado: el de un joven juglar que, a caballo y por la ancha tierra de Castilla, entona los romances de la doncella guerrera, de la loba parda, del prisionero, del enamorado y de la muerte. Al estilo de una novela gráfica, el viaje, que está lleno de detalles y expresividad, dota de una semántica especial la lectura de los romances seleccionados por Beatriz Peña. Esta conjunción entre la ilustración y las palabras es un regalo para los jóvenes lectores que quizá nunca habían tenido ocasión de enfrentarse a estas invaluables joyas de la poesía popular.
Por Paola Roa